miércoles, 19 de diciembre de 2012




Y el dinosaurio se levantó y andó

Por: Arturo Garrido Bárcena



La mañana de aquel primer día de diciembre era fresca, de cielo azul y despejado; las cámaras de televisión, separadas apenas por un camellón arbolado, dirigían sus lentes en dirección a la blanca fachada de la mansión ubicada en la colonia Bosques de las Lomas, en la capital del país.

Desde temprana hora las televisoras aguardaban listas para dar inicio a la obra mediática: la toma de posesión de quien ganara las elecciones con un abultado margen del 61.79 por ciento de votos en contra.

Faltando algunos minutos para las 10:00 hrs. el inquilino de la mansión salió a bordo de una camioneta de color negro, tras ella al menos otros cinco vehículos y una ambulancia formaron la caravana, que con la ayuda de varias motocicletas de la policía inició el trayecto hacía el Palacio Legislativo de San Lázaro.

La ruta a seguir se encontraba minuciosamente despejada; ningún vehículo obstruyó el trayecto descendente hacia el viaducto Miguel Alemán; en esta vía la velocidad del convoy se incrementó hasta alcanzar 140 kilómetros por hora; todos los accesos al viaducto estaban cerrados, sólo el ungido y sus acompañantes circulaban en dirección a la Cámara de Diputados.

El elegido rompía el protocolo de seguridad y bajaba la ventanilla algunos centímetros para saludar a la multitud reunida que lo vitoreaba; las imágenes televisadas no dieron una sola toma de los compatriotas expectantes, sin embargo no hizo falta ya que la expresión alborozada de paternal felicidad irradiada por el rostro de quien saludaba otorgó la mejor perspectiva a los televidentes: semejante alegría hacía suponer que la muchedumbre reunida en las aceras desbordaba algarabía sólo comparable con las ocasiones en que el proletariado romano recibía al César en un desfile triunfal.

El convoy cruzó las murallas que siete días antes habían dejado incomunicados a miles de habitantes con el objetivo de que ningún impertinente opositor tuviera acceso al recinto y opacara el magno evento.

Al pie de las escalinatas del Palacio Legislativo la comitiva protocolaria esperaba la llegada del que recibiría la banda presidencial; una vez dentro, los aplausos y vítores de bienvenida lo acogieron. No faltaron los que optaron por desplegar y proferir consignas en contra; estas, por supuesto, no fueron lucidoras, —al menos para los que veían el televisor—, gracias a los buenos oficios del personal hipnotizador que siempre decide qué es pertinente y qué no para la audiencia.

El momento cumbre llegó y mientras el uno besaba la banda, el otro la observaba con avidez, listo para pronunciar las frases de ley, "Protesto guardar y hacer guardar....

Entretanto, al otro lado de la ignominiosa muralla que resguardaba al acto republicano y democrático, la otra puesta en escena comenzaba.

De un lado de las vallas los actores portaban paliacates, palos, piedras y bombas molotov; del otro: cascos, escudos y chalecos. Mientras unos proyectaban un camión de basura contra el cerco, los otros intentaban contener el asedio protegiéndose de los proyectiles.

La obra teatral también abarcó el centro histórico de la ciudad, donde los transeúntes se vieron sorprendidos por contingentes de vándalos que rompían escaparates, mobiliario público y lo que estuviera a su alcance.

En el momento en que el no extinto dinosaurio recibía el poder, el ejercicio del mismo se hizo presente en las calles al hacer uso de la fuerza y contener a los supuestos manifestantes anárquicos. En el proceso, heridos en ambos lados y decenas de detenidos.

El resultado: ninguna prueba de la participación de los detenidos, por lo tanto inocentes; de los culpables, nada se supo.

Sí, la hipótesis del que escribe es que las protestas callejeras fueron un acto histriónico dirigido por el viejo nuevo portador del poder, y no me refiero al actor que lo encabeza, sino al dramaturgo, al aparato que ha escrito el guión durante los últimos ochenta y tres años.

El objetivo, cumplido.

Castigar a la ciudad que eligió a un jefe de gobierno opositor con el 63 por ciento de los votos a favor, y dejarle claro al país que en cuanto el dinosaurio se levantó, andó y puso en marcha lo que mejor sabe hacer: política y represión.


http://www.e-consulta.com/2012/index.php/2012-06-13-18-41-29/articulistas/item/y-el-dinosaurio-se-levanto-y-ando?category_id=63