Y el dinosaurio se levantó y andó
Por: Arturo Garrido Bárcena
La mañana de aquel primer día de diciembre era fresca, de cielo azul y
despejado; las cámaras de televisión, separadas apenas por un camellón
arbolado, dirigían sus lentes en dirección a la blanca fachada de la mansión
ubicada en la colonia Bosques de las Lomas, en la capital del país.
Desde temprana hora las televisoras aguardaban listas para dar inicio
a la obra mediática: la toma de posesión de quien ganara las elecciones con un
abultado margen del 61.79 por ciento de votos en contra.
Faltando algunos minutos para las 10:00 hrs. el inquilino de la
mansión salió a bordo de una camioneta de color negro, tras ella al
menos otros cinco vehículos y una ambulancia formaron la caravana, que con la
ayuda de varias motocicletas de la policía inició el trayecto hacía el Palacio
Legislativo de San Lázaro.
La ruta a seguir se encontraba minuciosamente despejada; ningún vehículo
obstruyó el trayecto descendente hacia el viaducto Miguel Alemán; en esta vía
la velocidad del convoy se incrementó hasta alcanzar 140 kilómetros por hora;
todos los accesos al viaducto estaban cerrados, sólo el ungido y sus
acompañantes circulaban en dirección a la Cámara de Diputados.
El elegido rompía el protocolo de seguridad y bajaba la ventanilla
algunos centímetros para saludar a la multitud reunida que lo vitoreaba; las imágenes
televisadas no dieron una sola toma de los compatriotas expectantes, sin
embargo no hizo falta ya que la expresión alborozada de paternal felicidad
irradiada por el rostro de quien saludaba otorgó la mejor perspectiva a los
televidentes: semejante alegría hacía suponer que la muchedumbre reunida en las
aceras desbordaba algarabía sólo comparable con las ocasiones en que el
proletariado romano recibía al César en un desfile triunfal.
El convoy cruzó las murallas que siete días antes habían dejado
incomunicados a miles de habitantes con el objetivo de que ningún impertinente
opositor tuviera acceso al recinto y opacara el magno evento.
Al pie de las escalinatas del Palacio Legislativo la comitiva protocolaria
esperaba la llegada del que recibiría la banda presidencial; una vez dentro,
los aplausos y vítores de bienvenida lo acogieron. No faltaron los que optaron
por desplegar y proferir consignas en contra; estas, por supuesto, no fueron
lucidoras, —al menos para los que veían el televisor—, gracias a los buenos
oficios del personal hipnotizador que siempre decide qué es pertinente y qué no
para la audiencia.
El momento cumbre llegó y mientras el uno besaba la banda, el otro la
observaba con avidez, listo para pronunciar las frases de ley, "Protesto
guardar y hacer guardar....
Entretanto, al otro lado de la ignominiosa muralla que resguardaba al
acto republicano y democrático, la otra puesta en escena comenzaba.
De un lado de las vallas los actores portaban paliacates, palos,
piedras y bombas molotov; del otro: cascos, escudos y chalecos. Mientras unos
proyectaban un camión de basura contra el cerco, los otros intentaban contener
el asedio protegiéndose de los proyectiles.
La obra teatral también abarcó el centro histórico de la ciudad, donde
los transeúntes se vieron sorprendidos por contingentes de vándalos que rompían
escaparates, mobiliario público y lo que estuviera a su alcance.
En el momento en que el no extinto dinosaurio recibía el poder, el
ejercicio del mismo se hizo presente en las calles al hacer uso de la fuerza y
contener a los supuestos manifestantes anárquicos. En el proceso, heridos en ambos lados y decenas de detenidos.
El resultado: ninguna prueba de la participación de los detenidos, por
lo tanto inocentes; de los culpables, nada se supo.
Sí, la hipótesis del que escribe es que las protestas callejeras
fueron un acto histriónico dirigido por el viejo nuevo portador del poder, y no
me refiero al actor que lo encabeza, sino al dramaturgo, al aparato que ha
escrito el guión durante los últimos ochenta y tres años.
El objetivo, cumplido.
Castigar a la ciudad que eligió a un jefe de gobierno opositor con el
63 por ciento de los votos a favor, y dejarle claro al país que en cuanto el dinosaurio
se levantó, andó y puso en marcha lo
que mejor sabe hacer: política y represión.
http://www.e-consulta.com/2012/index.php/2012-06-13-18-41-29/articulistas/item/y-el-dinosaurio-se-levanto-y-ando?category_id=63
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