La Justicia Mexicana un Triste Circo Romano
Por: Arturo Garrido Bárcena
Un golpe de sorpresa e incredulidad me causó la
noticia de la captura de Elba Esther Gordillo Morales el martes 26 de febrero.
No lo podía
creer; una vez convencido de que efectivamente la maestra había caído en manos
de la justicia me invadió una alegría desbordada (aderezada —debo ser
sincero— de morbosa
satisfacción) de saber que la vida
pletórica de todo lo que puede comprar el dinero y el poder en cantidades
ingentes se le acababa a la villana favorita de la historia reciente del país
.
Diego Igartua Martínez edad 14 años. Técnica Lápiz |
Las razones pueden ser todas estas y
aún más, así como Pedro puede ser —todos—,
me refiero a los demás líderes sindicales, gobernadores y aspirantes a competir
cualquier coto de poder o cuestionarle la menor decisión a la camarilla
encabezada por el nuevo presidente.
A usted y a mí, simples trabajadores
pagadores de impuestos —fuente
y motivo de la existencia de la clase política — ya que de no haber un quinto partido por la mitad de
ninguna manera se estarían peleando por gobernarnos—, sólo nos
queda creer que este acto heroico de exhibir a esta elegante dama tras las
rejas es el simple y espontaneo ejercicio de la justicia y por lo tanto de la
aplicación de la ley, ya que a fin de cuentas a la oligarquía lo que menos le
importa es nuestra opinión.
Han pasado ya algunos días y tras
recapacitar tantas opiniones que he leído y escuchado, llego a la conclusión de
que la detención de Elba Esther nos debería dar vergüenza y coraje. Es una
burla para todos los ciudadanos el que la ley se aplique a contentillo y se
haga un espectáculo de su aplicación.
Me imagino en el circo romano al
emperador Cayo Enrique Cesar, apodado
gracias a sus proezas “Magnus el hermoso”, ataviado con su toga púrpura,
rodeado por los senadores. En la arena cuadrigas aventando hogazas de pan a los
espectadores —en este
caso horneadas con doble ración del ingrediente preferido por la prole, alegría
morbosa—; los
jueces interpretados por gladiadores, quienes manipulan a la ley representada
por leones hambrientos urgidos por desembocar su instinto natural de
supervivencia y saciar su apetito al devorar a la acusada —en este
caso la maestra— antigua aliada, caída en desgracia
por soberbia. La multitud clamando su
muerte y Enrique —Magnus
el hermoso— con el
semblante serio, listo a proclamar su decisión, no sin antes voltear a ver el
clamor de la prole y mirar a sus oponentes haciéndoles saber que él es el dueño
del circo, de los gladiadores, de los
leones, de la multitud, y del tesoro, y que la decisión de que cualquier otro
baje a la arena justiciera depende sólo de él.
Diego Igartua Martínez edad 14 años. Técnica Lápiz |
La acción de degradar las leyes a un simple —palo o
premio— nos debe indignar
tanto como nos alegra esta detención, porque de no darnos cuenta somos
cómplices y víctimas potenciales del arbitrio de quien decide o no aplicarlas y
no de la justicia per se.
Lo invito a defender a los valores
básicos que toda sociedad que aspire a ser avanzada debe tener, comenzando por
la justicia y las leyes que promulga para preservarla.
Nuestra única arma
es el respeto y la observancia de que la ley se aplique.
No nos
convirtamos en el proletariado romano que con una hogaza de pan y un enemigo
del sistema devorado por los leones en el circo romano, satisfacía su sed de
justicia.
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